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Las siguientes reflexiones son fruto de mi análisis personal sobre los acontecimientos actuales por los cuales estamos actualmente pasando en mi país y ante lo cual más que nunca no podemos ser indiferentes, pues, la política es un acto tan grande que no puede ser secuestrada por unos pocos, aunque tengan el poder, cada uno sin lugar a dudas tiene un rol que cumplir.
Por otra parte, momentos como estos son los que deben llevarnos a, entre otras cosas, valorar la importancia de las ciencias, saberes y disciplinas humanísticas, ya que son las que nos orientan y alimentan nuestro accionar ante situaciones humanas tan delicadas y de relevancia social, ya que según sean las ideas o conceptos que tengamos de la verdad, justicia, paz, conciencia, moral y un largo etcétera, serán las acciones consecuentes. Razón por la cual aquí pretendo más que hacer un relato tipo crónica de los hechos (los cuales pueden conseguir en diversas redes sociales, incluso aquí en Hive), aportar de la manera más objetiva posible un análisis sobre algunos de los sucesos más importantes, que nos ayuden a entender no solo dónde y cómo estamos, sino también hacia dónde deberíamos apuntar.
Venezuela ha estado inmersa en los últimos años en procesos políticos complejos, y en estos días, a raíz de las elecciones presidenciales del pasado domingo 28 de julio, los mismos se han agudizado a tal punto que lo que fue un claro y evidente clima festivo por lo que se veía en las calles y centros electorales se cambió en cuestión de segundos en una mezcla confusa de sentimientos: decepción, incertidumbre, esperanza, valentía, optimismo, etc. Y, sí, aunque parezca contradictorio, esto es lo que hay dentro de todos los venezolanos, me atrevería a decir.
En efecto, luego de que se sucedieran un par de acontecimientos, uno donde el oficialismo dio por ganador a su candidato (aquí radica la decepción) y otro donde la tolda opositora dio como ganador al suyo (aquí está la esperanza), el día después (lunes 29 de julio) hubo un clima general de silencio, pero no uno normal, pues se sentía que era un silencio que hablaba (incluso golpes de cacerolas se expandieron por todo el territorio nacional) y sobre todo uno de donde podemos inferir las siguientes preguntas: ¿Qué es la verdad?, ¿Quién la posee?, ¿Cómo llegamos a ella?
Ambos pronunciamientos (del oficialismo y la oposición) dijeron basarse en la posesión de las actas electorales, que es donde se guarda el registro de la cantidad de votos que tuvo cada candidato, no obstante, mientras unos solo se excusan aludiendo un inverosímil ataque cibernético (el oficialismo) que les ha impedido mostrar las actas, para así mostrar la verdad, los otros que también tenían en los centros de votación personas preparadas como testigos, no solo han afirmado que las tienen y siguen recolectando, sino que han puesto a disposición de todo el mundo diversas páginas webs donde poder confirmar su validez y autenticidad.
Aquí podemos acceder para tener una visión general de los resultados (que ahora se basan en más del 80 % de las actas escrutadas, con tendencia irreversible) y aquí, si eres venezolano y votante, puedes acceder con tu número de cédula directamente a tu centro de votación, y así verificar por ti mismo la veracidad de los hechos, los cuales dan como indiscutible ganador al candidato opositor Edmundo González, con 7.119.768 votos frente a 3.225.819 que logró Nicola Maduro, candidato del oficialismo, lo cual representa hasta el momento un 67% ante 30%, esto es, una diferencia abrumadora de 37 puntos porcentuales.
Basten estos datos para poder responder a las preguntas planteadas en esta reflexión, pues, podemos afirmar que la verdad, siguiendo a pensadores como Santo Tomás de Aquino, está en la realidad misma y que, como lo afirma Martin Heidegger, a nosotros no nos corresponde más que desvelarla. Por lo que la mentira es sencillamente un ocultamiento de la realidad.
Si bien, ambos candidatos han dicho poseer la verdad (aquí las actas de votación) solo uno nos ha dicho cómo acceder a ella, por lo que resulta evidente cuál es el sendero más racional y justo a seguir, puesto que estas actas son las mismas que posee el oficialismo, unas distintas sería totalmente inverosímil, más si tenemos en cuenta el tiempo transcurrido; así pues, son momentos donde a pesar de todos los sentimientos encontrados hay que apostar por la esperanza, ya que sabiendo lo que ya tenemos literalmente en nuestras manos, solo falta esperar, pues, "la verdad nos hará libres" (Evangelio de Juan capítulo 8, versículo 32), no olvidando que la esperanza es activa y que, por ello, estamos todos en el derecho de exigir el respeto y acato de los auténticos resultados.
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